viernes, 28 de enero de 2011

Just in time

Nabo llega tarde a todas partes.

Una vez, hace muchos años, a raíz de una brillante sesión de chat en la que uso el nickname polisemico, consiguió una cita a ciegas con la Semiología. Esa vez también llegó tarde. Una demora de quince minutos, que no le parecía tan terrible, pero no todos quieren esperar a los que eligen ser impuntuales. La Semiología se fue y Nabo se quedó con esa fea sensación de que hizo algo mal. Aunque estuvo macanuda, y tal vez por el buen recuerdo que le quedó del chateo, le dejó un sobre que rezaba ¨Para tocar de oído o Para hacerse el que manya¨.

Adentro había una hoja recortada para no ser A4, donde se leía ¨Todo es discurso. Todo habla, y se está hablando (es decir, emitiendo discurso) todo el tiempo. La cosa es entender el código. Incluso si permanecés callado, estás eligiendo callar.¨

Nabo quedó mirando la hoja, medio bobo y boqueando, durante un buen rato. Después la ensobró y la guardó en el bolsillo de la campera.

La frase le vino muy bien. De hecho, le sirve desde entonces para entender casi cualquier cosa, cuando le da la gana entender. Si se pusiera a pensar dos veces antes de actuar o hablar en lo que hace o dice teniendo en cuenta la frasecita, seguro que estaría en paz. Pero así es Nabo y quéselevacer.

El asunto es que a Nabo le gustó el tema de las fotos sacadas con el celular. Le pareció que el discurso que se emite es ¨Éstas son las cosas que me valen la pena ver para intuir a Beryeba.¨

Las que sacó hasta ahora fueron todas instantáneas. Y aunque Nabo se siente como pez en el agua con la improvisación, hay otro estadio que le gustaría encarar y es el de La foto que no se sacó y que se planea.

Hay dos fotos que le hubiese gustado fotografiar. Una, la de la muchedumbre de soldados en la terminal de ómnibus de Beryeba los domingos por la mañana. Pensándolo bien, el motivo da para más de una toma. Digamos, una serie. Pero no de un soldado o dos o tres. La muchedumbre fotografiada desde distintos ángulos, formando cola para abordar un ómnibus, con todos esos bolsos y mochilas y tremendos fusiles, o desesperada por conseguir una porción de falafel y una lata de cocacola.

Ésta es la foto para una comprensión sociológica.

La otra foto es la de la limusina de juguete.

Una vuelta, durante su labor diaria, Nabo vio en la luneta trasera de un auto familiar bastante viejito, una limusina plateada de juguete, puesta como en exhibición. A cada flanco de la limo, un auto de chiche de tremendas cupé deportivas, tipo Alfa Romeo o Lamborghini, ambas rojas. Nabo se sonrió: – Parece que el dueño no está muy conforme con lo que tiene- y al toque se le hizo que esa luneta da para la foto.

Y al ratito se percató de que ésa es una frase de uno que se las da de vivo o de chistoso. No es una mirada positiva, sino de criticón, y el criticón es un resultadista, uno que sabe que va a generar una sonrisa cómplice con facilidad. Ese criticón es un astuto de medio pelo, un envidioso y un quejoso.

Recuerda una frase propagandística del terruño No se queje si no se queja. Recuerda una poesía del peruano Vallejo Hoy me gusta la vida mucho menos. Admiró a Vallejo apenas lo leyó, será porque es el poeta de la desesperanza. Nabo siempre se las tiró de desesperanzado. Con el tiempo se avivó que aquella fue una postura intelectual. En realidad fue un astuto de medio pelo y un quejoso. Si fue envidioso, no lo sabe. Entonces se decide a ser positivo, aunque llegue un poco tarde a la mirada del que elige ver el vaso medio lleno.

Así que será positivo y optimista. Aunque lo logre sólo por un rato, sabe que un rato es mucho más que nunca. Tal vez, si lo logra, lo intente más frecuentemente. Es cierto que lleva por herencia centurias de quejas que identifican a la noble raza hebraica. También es cierto que a una herencia se puede renunciar, o, en el más altruista de los casos, donarla a los desposeídos. Hay que estar muy desposeído para no poseer incluso la posibilidad de quejarse. Entonces transforma la frasecita ésa de no se queje en Si quiere y puede hacer algo, hágalo y va a ver qué bien se siente después. Intenta reducirla aún más y le sale Si quiere hacer algo, sólo hágalo. Después, para cancherearla de políglota, la dice en inglés Just do it, pero le parece que así escrito lo habrá leído en alguna propaganda de zapatillas. Lo que no le quita razón al slogan.

Así que, pensando en positivo y considerando los consejos de la Semiología y haciéndose el que manya, encara la comprensión de la instalación de la luneta trasera y los autitos y elige una de las posibilidades de la polisemia. Descarta La zanahoria delante del burro por anacrónica y seudo astuta. Elige entender que esos cochecitos de chiche operan como un Orientador de la atención. Le recuerdan cada vez al dueño del familiar cachuso, por si se le olvidase, que lo que quiere conseguir es un tremendo descapotable rojo. De paso, le muestra al vecindario sus nobles propósitos.

Nabo no sabe cómo, pero cuando estos últimos pensamientos terminaron de aclarársele, la necesidad de la foto se le desvaneció.

Sacará la del puestito del falafel en cuanto se le presente la ocasión. Si los soldados no tomaron el ómnibus. Si todavía están allí.

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